Al menos 57 personas han muerto y 115 han resultado heridas en un triple atentado —dos suicidas con explosivos y un coche bomba— dirigido contra sendos hoteles de lujo en la capital de Jordania, Ammán. Es el mayor ataque terrorista perpetrado en Jordania hasta la fecha. Esta mañana, la rama iraquí de Al Qaeda, liderada precisamente por el jordano Abu Musab al Zarqaui, ha reivindicado el ataque.
Lo señalado en bastardilla pertenece al encabezamiento de la crónica que hace en la fecha el Diario el País de Madrid.
El título que ensayo para este comentario, no es una duda que anima mi existencia de 60 años, es una propuesta de reflexión para todos aquellos que vivirán mucho mas tiempo que el suscrito, los cuales deberán optar por conductas decisivas que los libren de este flagelo mundial causante ya de tantas muertes, heridos y mutilaciones que a la fecha debe empalidecer a lo acaecido en las pasadas grandes guerras que se libraron en los campos Europeos.
¿Qué vendrá después de estos ataques? ¿La práctica de la ley del Talión?
Aquella en sus momentos se aplicaba a los hombres libres: miembros de la nobleza y funcionarios, por considerarse que tenían mayor responsabilidad. Era-se decía- un avance ético en momentos de brutalidad, cuando la venganza era mayor que la ofensa recibida. La cadena de venganzas era creciente, y fuente de dolores casi imposible de curar.
Hemos observado que las venganzas contemporáneas, llamadas eufemísticamente “ataques preventivos”, causan muerte y dolor en igual o superior medida que los infringidos por los terroristas y luego de un tiempo se suceden otras devoluciones “gentilezas”, con lo que la historia parece que nunca acabará.
Tampoco debe sorprender a muchos el lugar donde se ejecutó este último ataque terrorista, hay informaciones que dicen que el 5 de mayo del 2005 Muhammad al-Assad, Salah ‘Ali y Muhammad Bashmilah aterrizaron en el aeropuerto de Saná, la capital yemení. Los tres son ciudadanos yemeníes que habían “desaparecido” en el año 2003. Los tres habían sido mantenidos en un aislamiento absoluto en una serie de centros de reclusión secretos dirigidos al parecer por agentes de Estados Unidos. La descripción que hicieron de las instalaciones coincide totalmente con el informe que el Washington Post publicó en noviembre del 2005 sobre el sistema de “cárceles secretas” establecido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en el que las instalaciones secretas ubicadas en unos ocho países distintos, se conocen como “lugares negros”.
Nada, absolutamente nada justifica el horror producido, y del cual tomamos conocimiento únicamente por las crónicas. Dejando para nuestra imaginación una realidad muchísimo mas dura
El hombre tiene un destino en la tierra y ese destino es que su paso por la vida deje la mejor huella de amor y prosperidad. En las últimas décadas parece que hemos extraviado rumbos y traicionado convicciones, pues al paso que llevamos, terminaremos por afectar seriamente la continuidad fáctica de la humanidad.
Algunos dicen que nuestro destino está fijado por la voluntad de Dios. Personalmente no adscribo a tal ponencia, aunque mantengo una fe en que existe un Dios y que el mismo tuvo una concepción distinta de la que hoy padece la humanidad.
Quizás será la hora de releer a Camus. El acepta que el ser humano tiene un destino, que ese destino es indiferente a nuestras aspiraciones, que la vida humana tiene un emplazamiento inevitable, y que dentro de este emplazamiento tenemos que enfrentarnos a grandes horrores existenciales. En otras palabras, según Camus, a pesar del supuesto progreso y de los grandes logros de la humanidad, especialmente en el campo científico tecnológico, los seres humanos en la vida cotidiana seguimos teniendo un destino que nos limita y seguimos viviendo las mismas contradicciones de siempre.
